Se denomina Queso Rallado al producto que se consigue del rallado de una pieza de Queso.

Se pueden rallar cualquier tipo de Queso, según su sabor, o su habilidad a derretirse (Ricotta, Cottage, Feta con mucho contenido en Agua) o gratinar (tiene que ser firme y contener mucha grasa: Muzzarella, Gouda, Cheddar, Emental, Parmesano).

Los quesos semi - blandos se someten a un período un poco más largo de maduración que los frescos. Tienen una consistencia densa, una pasta suave y un sabor más fuerte. Ellos tienden a fundir rápidamente, gratinan a temperatura elevada. Son ideales para pizzas, lasañas, platos de pasta, quiches y sándwiches. Añaden sabor a sopas, levantan las ensaladas aportando un valor nutricional muy apreciable. Sin hablar del placer de degustar una fondue con amigos...

Unos tips:
Cuanto más duro el queso, más fácil es para ralla. El Queso más frío es por lo tanto más fácil de rallar. Una vez rallado, se puede almacenar en el refrigerador por alrededor de una semana, si está bien embalado. En general, el queso se derrite más fácilmente durante la cocción si se desmoronó, ralló o cortó en rodajas finas. Añadido a una salsa, se le cocina suavemente hasta que se derrita, evitando la ebullición que separaría las proteínas de la grasa.

Los quesos duros, como el Parmesano, Gruyere y Emmental soportan mejor las altas temperaturas, especialmente para gratinar.
El queso es generalmente salado, así que tomalo en cuenta para ajustar el sazón del plato en consecuencia, sobre todo para los quesos azules cuyo sabor salado se acentúa con la cocina.